lunes, 28 de octubre de 2013

Vencer la onicofagia

¿Quién no se ha mordido las uñas alguna vez?
Casi todo el mundo lo ha hecho alguna vez, pero lo preocupante es cuando ese "impulso" dura años o las uñas llegan a comerse de tal manera que se convierte en una autoagresión.

Así, se denomina onicofagia al hábito nocivo de "comerse las uñas".
Morderse las uñas es una patología psicológica que se refleja en:

  • casi la mitad de los adolescentes, en un 44%
  • niños de siete a diez años de un 28 a un 33%
  • adultos jóvenes de un 19 a un 29%
  • los mayores (más de 65 años), en un 5%.
El borde libre desaparece y la uña se sumerge en el lecho ungueal, provocando diferentes tipos de lesiones que van desde las menos graves, como inflamaciones a las más agresivas, hemorragias subungueales que pueden conllevar a la pérdida completa de la uña.
Las uñas mordidas y posteriormente ingeridas, normalmente pasan al tubo digestivo y acaban por mezclarse con las heces al final del trayecto dada la imposibilidad de digerir el resto ungueal.
Además, la onicofagia lleva a alteraciones en la estética dental (ya que las uñas impactan en los dientes), y también en la estética de las manos.

Las uñas están formadas principalmente por células muertas endurecidas que contienen queratina, una proteína fibrosa, que el cuerpo produce de manera natural. Son las herramientas que nos facilitan coger o abrir objetos, así como proteger de agresiones externas el extremo de los dedos.
Un dedo sin uña es un dedo amputado que no puede desempeñar todas sus funciones, por lo que las uñas son muy necesarias.


Hay quienes asemejan el hábito de la onicofagia a la adicción por el tabaco o el alcohol y a los impulsos nerviosos inconscientes conocidos como tics. Debido a problemas económicos, laborales o de pareja, a la necesidad de autoflagelación o autocastigo por no sentirse completamente agusto con quien se es, o al estrés, tensión interna, o también inseguridad,  entre otras causas, lo que realmente ocurre es que el cerebro se asigna una conducta que deberá realizarla de una manera continúa.

Recordad que la onicofagia se trata sólo con voluntad propia. Aunque puede precisar de ayuda especializada, no existe un tratamiento concreto, asique dominad los nervios, ansiedad, o los problemas cotidianos que te arrastran a este mal hábito.






  





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