Se trata de una toxina de la bacteria "Clostridium Botulinum", cuyo veneno es capaz de paralizar los músculos y detener las arrugas (patas de gallo, las arrugas del entrecejo y surcos en la frente), creando así un aspecto más terso y joven.
Los resultados duran sólo de 3 a 4 meses, por eso genera dependencia: se debe regresar para recibir inyecciones pasado ese tiempo. Médicos británicos revelaron que el 40% de quienes se someten a un tratamiento para combatir las arrugas, expresan su deseo compulsivo de someterse a más intervenciones.
Este relleno inyectable también se utiliza para tratar una variedad de condiciones, incluyendo espasmos musculares oculares, problemas de coordinación visual y migrañas.
Su uso indiscriminado llega a convertirse en una adicción, ya que para muchas mujeres el botox se ha convertido en una droga para sus caras y siempre quieren más, hasta dejarse unos rostros irreconocibles e inmóviles, que empeoran con cada sesión.
El botox, por tanto, disminuye la capacidad de las personas de sentir y se pierden las expresiones.
El abuso del Botox, por muchos médicos que lo permiten y mujeres que lo solicitan, ha degenerado en una especie de "bellos monstruos".
Los efectos secundarios más frecuentes de Botox son: dolor de cabeza, náuseas, síntomas similares a la gripe, el enrojecimiento y dolor en los puntos de inyección. Con poca frecuencia, los pacientes pueden experimentar debilidad muscular o caída de los músculos del párpado superior. Este efecto secundario dura pocos días, o en casos raros, meses después del procedimiento. Si la toxina se extiende más allá del lugar de la inyección, puede llegar a ser mortal.
Os dejo este vídeo como curiosidad para que veáis el antes y el después de la cirugía de algunos famosos.
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