miércoles, 6 de noviembre de 2013

¡Estoy que me tiro de los pelos!

Como ya hablamos ayer, existe la adicción a arrancarse el pelo. Hoy explicaremos qué es, a quién afecta y cómo podemos tratarlo para superarlo.

La Tricotilomanía es un comportamiento o hábito recurrente e irresistible que consiste en arrancarse el pelo de distintas zonas del cuerpo. Es un trastorno del control de los impulsos que lleva a la pérdida autoinducida y recurrente del cabello, sufriendo el sujeto una sensación de tensión antes de arrancarse el cabello y una gratificación o alivio una vez que lo hace. Este trastorno de la conducta que puede llegar a ser un arrancamiento compulsivo, produciendo desde pequeñas pérdidas hasta una calvicie severa, suele ser crónico y difícil de tratar.

Suele afectar sobre todo a mujeres y niños sobre todo entre los 9 y 13 años de edad. Su desarrollo puede estar influido por depresión, estrés,  cambios hormonales o como una respuesta a presión de padres y profesores. En la niñez suele ser autolimitada y no requiere intervención; pero en adultos puede ser secundaria a otro trastorno psquiátrico y lo síntomas permanecen durante más tiempo.
Quienes lo sufren suelen arrancarse pelo a pelo, sobre todo el del cabello, aunque pueden arrancarse también el pelo de las cejas, las pestañas, la barba, las axilas o incluso el vello púbico.

Pero... No viene sola..

Por su implicación social, estas personas suelen acallarlo para ocultarlo, resultando dificultoso tanto su diagnóstico como su prevalencia.

Esta adicción puede estar relacionada con otros dos problemas: la tricofagia y la tricobezoar. La tricofagia es el hábito de mascar e ingerir el cabello que termina por producir tricobezoar, que son obstrucciones severas en el aparato digestivo. También puede ocurrir infecciones secundarias por los rascados y pellizcos.



Soluciones Individualizadas

El tratamiento se basa en la edad de cada paciente. En las formas no farmacológicas se incluyen los programas de modificación de la conducta, la asistencia a psicólogos o psiquiatras, consultas con especialista.
Existe una terapia psicosocial en la que los doctores entrenan al paciente para aprender a reconocer sus impulsos y a redirigirlos. También se utilizan otros métodos para mejorar los síntomas como son la retroalimentación biológica, métodos cognitivos y del comportamientos y también la hipnosis.
Como fármacos encontramos la cloripramina, un antidepresivo tricíclico que ha mostrado una mejora significativa de los síntomas. Encontramos otros como la fluoxetina y otros inhibidores selectivos de recuperación de serotonina, pero que tienen utilidad limitadas y efectos secundarios en la mayoría de los casos. También se utiliza acetilcisteína por el rol del glutamato en el control de impulsos.
Un tratamiento dual de terapia de comportamiento y medicación puede proporcionar una ventaja en casi la mayor parte de los casos.


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