domingo, 17 de noviembre de 2013

Hongos alucinógenos

El uso de los hongos alucinógenos se remonta a los indígenas de Sudamérica, Argelia, India y a la Europa medieval. El empleo de este tipo de hongos resurgió en 1957 con la publicación de un artículo titulado "En busca del hongo mágico" y con el cultivo en el laboratorio de Psilocybe mexicana por parte del micólogo francés Roger Hiem.




STROPHARIA CUBENSIS

Parece ser la única stropharia que tiene efectos psicotrópicos y es una de las más potentes; originariamente se descubrió en la isla de Cuba, de ahí el nombre de cubensis.
Puede crecer de forma silvestre en varios puntos y regiones de Asia, Europa y América.

Los principales componentes que contiene, y que son los que le proporcionan el efecto psicotrópico, son la psilocina y la psilocibina, se encuentran dentro de las triptaminas.
 Están incluidas en la lista I como sustancias psicotrópicas ilegales y sometidas a fiscalización internacional, por lo que está prohibida su comercialización y únicamente puede encontrarse en un marco clandestino

EFECTOS


Con este tipo de hongos se busca el tener una experiencia que altere la percepción sensorial y alterar el estado de conciencia, buscando un efecto placentero y de relajación, incluso en algunos casos cerca de la disociación entre el cuerpo y la mente.

Puede que la experiencia lleve a una euforia excesiva o a un aplanamiento físico no buscado. También puede presentar dolor de cabeza al día siguiente o dificultad de conciliar el sueño después del consumo, debido al efecto estimulante de la psilocibina.




Los efectos duran como máximo cuatro horas y empieza a producirse a los 35 minutos aproximadamente.

Tras la ingesta de los hongos, se presenta un periodo de latencia que va de algunos minutos a una hora. Posteriormente el organismo puede reaccionar con sensación de calor, malestar físico, astenia y somnolencia y muchas veces alucinaciones de todo tipo; o bien con la aparición de euforia con locuacidad, risa sin razón, necesidad de moverse y sensación de satisfacción.

Físicamente no hay evidencia de que se produzca dependencia a los hongos, ya que la interrupción brusca de su consumo no causa síntomas físicos de abstinencia, aunque sí puede haber dependencia psicológica.


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